La Encefalomielitis Aguda Diseminada (EMAD) es una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta al sistema nervioso central (SNC). Se caracteriza por una inflamación repentina y generalizada del cerebro y la médula espinal, que daña la mielina, el recubrimiento protector de los nervios. Este daño puede provocar síntomas neurológicos graves y variados. La EMAD suele desencadenarse tras una infección viral, como el sarampión, la rubéola o el virus de Epstein-Barr. En casos raros, también puede estar relacionada con ciertas vacunas. El mecanismo detrás de esta enfermedad implica una respuesta inmunitaria anormal, donde el sistema inmunológico ataca por error la mielina del SNC. Entre los síntomas destacan la fiebre y la cefalea, alteraciones en el nivel de conciencia, como confusión o coma, déficits neurológicos focales, como debilidad muscular, problemas de visión o dificultad para hablar y en casos raros convulsiones. El diagnóstico de la EMAD se realiza mediante estudios de neuroimagen, como la resonancia magnética, que muestra lesiones desmielinizantes en el cerebro y la médula espinal. También se puede analizar el líquido cefalorraquídeo para detectar signos de inflamación. El tratamiento suele incluir corticoides para reducir la inflamación, Inmunoglobulinas intravenosas o plasmaferesis en casos graves. Aunque la EMAD puede ser grave, la mayoría de los pacientes se recuperan completamente con el tratamiento adecuado. Sin embargo, algunos pueden experimentar secuelas neurológicas leves.
En la sección revisiones se ha añadido una actualización para el diagnóstico y manejo de esta entidad.